Program Book: González-Granados & the CSO, Notas del Programa

González-Granados y la Orquesta Sinfónica de Chicago
Miércoles 8 de enero de 2025 a las 7:00
Auditorio Chodl de la Escuela Morton East High-Cicero

Orquesta Sinfónica de Chicago
Lina González-Granados
 Directora

Notas del Programa

Jessie Montgomery
Nacida el 8 de diciembre de 1981 en la ciudad de Nueva York

Starburst

Compuesta
2012

Primera interpretación
Septiembre 2012

Instrumentación
Cuerdas

Tiempo aproximado de ejecución
Tres minutos

En febrero pasado, cuando Jessie Montgomery ganó el premio Emmy a la mejor composición musical clásica por Rounds, ella declaró en los camerinos que eso había sido su sueño desde la infancia. “No necesariamente es algo que se diga en voz alta todos los días”, aclaró. Pero Montgomery, quien dejó el cargo de compositora residente Mead de la Orquesta Sinfónica de Chicago en 2024, tiene mucho que decir.

Desde 2022, cuando Montgomery se mudó a Chicago dejando el Lower East Side de Nueva York, donde había vivido por muchos años, ella se ha convertido en una figura central de la comunidad musical de la ciudad, y varios de sus colaboradores frecuentes ahora viven aquí. Ella nunca pierde de vista el hecho de que Chicago es la ciudad donde la pionera compositora afroamericana Florence Price vivió y trabajó en relativo aislamiento. Montgomery también participó en los eventos en torno de las primeras interpretaciones de la Sinfónica de Chicago de la Tercera Sinfonía de Price en mayo de 2022. Ella ha ofrecido cursos de composición a seis estudiantes de secundaria con beca completa gracias a la Iniciativa Jóvenes Compositores del Instituto Negaunee de Música. En 2023, The Chicago Tribune la nombró Chicagüense del Año en Música Clásica. Ella ya había sido declarada compositora del año 2023 por Musical America.

Como compositora residente de la Sinfónica de Chicago, a Montgomery se le encargó escribir tres obras durante su cargo. La primera, Hymn for Everyone, que Montgomery comenzó durante la pandemia, se estrenó bajo la dirección de Riccardo Mutti en abril de 2022. Está basada en un himno que ella escribió después de haber enfrentado varios problemas personales y profesionales, como la muerte de su madre y un intenso periodo de bloqueo creativo. (La interpretación de la orquesta está contenida en la grabación Contemporary American Composers de CSO Resound.) La segunda obra fue Transfigure to Grace, que Mutti y la orquesta estrenaron en mayo de 2023. Es la respuesta de Montgomery al Proyecto 1619, que reconoce la llegada de los primeros africanos traídos a los Estados Unidos como esclavos. La tercera fue Procession, un concierto para percusiones –su primera obra extensa para percusiones– compuesta para Cynthia Yeh, la percusionista principal de la Sinfónica de Chicago. Esta obra se estrenó en mayo de 2024, dirigida por Manfred Honeck.

Montgomery compuso Starburst en 2012 para orquesta de cuerdas y después hizo el arreglo para la orquesta completa. En este concierto se interpreta la versión original.

Jessie Montgomery sobre Starburst

Esta obra breve para orquesta de cuerdas, de un solo movimiento, es un juego con imágenes de colores musicales rápidamente cambiantes. Los gestos explotan y se yuxtaponen con delicadas melodías fugaces en un intento de recrear un paisaje sonoro multidimensional. La definición común de “starbust” (estallido de estrellas) – la “formación rápida de gran número de estrellas en una galaxia a una velocidad tan alta que altera la estructura de la galaxia misma” – se presta casi literalmente a la naturaleza del conjunto de intérpretes que estrenó la obra, Sphinx Virtuosi, y yo compuse esa pieza con su dinámica en mente.

 

William Grant Still
Nació el 11 de mayo de 1895 en Woodville, Mississippi
Murió el 3 de diciembre de 1978 en Los Ángeles, California

Mother and Child

Compuesta
En 1943 para violín y piano; arreglada posteriormente para orquesta de cuerdas.

Primera interpretación
Fecha desconocida

Instrumentación
Cuerdas

Tiempo aproximado de ejecución
Siete minutos

William Gran Still y Florence Smith, que más adelante sería conocida con el nombre de Florence Price, crecieron a unas cuantas calles de distancia en el corazón de Little Rock, Arkansas. Su barrio era de afroamericanos profesionistas. La calle Nueve, que corría entre la casa de Still en la Catorce Oeste, y la de Smith, cerca de la esquina de Broadway y la Siete, era el centro de la vida afroamericana en Little Rock. Las familias Still y Smith eran cercanas. Se movían en los mismos círculos y estaban interesadas en las mismas cuestiones intelectuales. Tanto los Smith como los Still asistían a la Iglesia Presbiteriana Allison, la preferida por los ciudadanos afroamericanos prominentes de Little Rock.

Florence y William, ocho años menor que ella, estudiaron en la escuela secundaria Mifflin W. Gibbs, donde la madre de William, Carrie Still, enseñaba inglés y escribía y dirigía obras de teatro. Florence y William fueron amigos toda la vida. En los inicios de la década de 1930, después de que se fueron de Little Rock para estudiar música y empezar su carrera como compositores, escribieron sinfonías que ahora están consideradas el fundamento de la música negra para orquesta: la Sinfonía Afroamericana de William Grant Still de 1930, y la Primera Sinfonía en mi menor de Florence Price en 1932. La de Still, que se estrenó en 1931 con la Orquesta Filarmónica de Rochester, entraría en los libros de historia como la primera sinfonía de un compositor estadounidense negro interpretada por una orquesta importante. Y la de Price, que fue estrenada por Frederick Stock y la Orquesta Sinfónica de Chicago en una noche histórica en el Teatro Auditorium tan sólo dos años después, fue anunciada como la primera obra musical compuesta por una mujer negra interpretada por una de las grandes orquestas de Estados Unidos. (Chicago tuvo su primera probada de la música de Still la tarde siguiente, cuando la compañía de Katherine Dunham y Ruth Page introdujo su ballet La guiablesse).

El hecho de que Still fuera conocido como el “decano de los compositores afroamericanos”, mientras que por muchos años pareció que Price sería una de las mujeres talentosas cuyo nombre desaparecería de la historia, es parte de una trama larga y compleja. Durante muchos años, la disparidad de su éxito no pareció perturbar su amistad, aunque cuando finalmente llegaron las discusiones, al parecer por una carta sin contestar, esa fricción pudo haber sido la causa de fondo. Pero tuvieron cuidado de enmendar las cosas, ya que su historia y su relación claramente era importante para los dos. Años más tarde, después de la muerte de Price, Still se mantuvo en contacto con la hija de Price y siguió abanderando su música.

Still se fue a vivir a Los Ángeles en 1934, el año en que la Sinfónica de Chicago tocó por primera vez su música, su Sinfonía Afroamericana, a fin de trabajar en la industria del cine. Pero en 1943, él renunció al proyecto más lucrativo de su carrera, que fue trabajar en la banda sonora de Stormy Weather, estelarizada por Lena Horne y Cab Calloway, pues no soportó ver cómo presentaban a los negros en esa película musical. Ese mismo año recibió de Louis Kaufman el encargo de componer una pieza para violín y piano. Kaufman había participado en muchas de las bandas sonoras de las películas más exitosas de Hollywood, como Gone with the Wind y Rebecca, y haría la primera grabación de la casi olvidada Las cuatro estaciones de Vivaldi, cuatro años después.

La suite que compuso Still tiene tres movimientos, cada uno inspirado en la obra de uno de los artistas del Renacimiento de Harlem. El segundo movimiento está en deuda con una serie de piezas con el tema de la madre y su hijo de Sargent Claude Johnson, que se fue a vivir a la Bahía de San Francisco y fue el primer artista negro de la Costa Oeste en labrarse una reputación nacional. Con el tiempo, Still tomó su elevada melodía de violín y los ricos y cambiantes acordes del piano e hizo un arreglo de la música para orquesta de cuerdas. Aunque Still no lo expresó así, esta música, sencilla aunque emocionalmente compleja, es una especie de retrato familiar, reflejo de la vida de Carrie Farnbro Still, joven madre y viuda que dejó su hogar en Mississippi con su hijo a fines de 1895 para buscar fortuna en Little Rock.

 

Johannes Brahms
Nació el 7 de mayo de 1833 en Hamburgo, Alemania
Murió el 3 de abril de 1897 en Viena, Austria

Sinfonía en Re Mayor, Op. 73

Compuesta
Verano de 1877

Primera interpretación
30 de diciembre de 1877 en Viena, Austria

Instrumentación
Dos flautas, dos oboes, dos clarinetes, dos fagots, cuatro cornos, dos trompetas, tres trombones, tuba, timbales, cuerdas

Tiempo aproximado de ejecución
48 minutos

Pocos meses después del tan esperado estreno de su primera sinfonía, Brahms compuso otra. Las dos son tan diferentes como la noche y el día, lo cual es lógico, pues con la primera él estuvo batallando más de veinte años y la segunda la escribió durante sus vacaciones de verano. Si realmente fueron los logros sinfónicos de Beethoven los que obstaculizaron el camino de Brahms todos esos años, nada parece haber impedido el flujo de su nueva sinfonía en re mayor. Brahms había dejado atrás sus miedos y preocupaciones.

Esta sinfonía fue compuesta en la pintoresca aldea de Pörtschach, en el lago Wörther, donde Brahms rentó dos pequeñas habitaciones para pasar sus vacaciones de verano. Al parecer, esas habitaciones fueron ideales para componer, aun cuando el pasillo era tan estrecho que no pudieron subir el piano de Brahms por las escaleras. “Aquí es una delicia”, le escribió Brahms a Fritz Simrock, su editor, poco después de llegar. Y la nueva sinfonía es un testimonio de esa evidente delicia. Más tarde, cuando Theodor Billroth, amigo de Brahms y músico aficionado, tocó toda la partitura por primera vez, de inmediato le escribió al compositor: “Todo es corrientes ondeantes, cielos azules, luz del sol y frescas sombras verdes. ¡Qué bello debe ser Pörtschach!”. Con el tiempo, quienes la escuchaban empezaron a llamarla la sinfonía Pastoral de Brahms, estableciendo de nuevo la comparación con Beethoven. Pero si la segunda sinfonía de Brahms tiene un auténtico compañero, este es el concierto de violín que él compondría el verano siguiente en Pörtschach, cortado del mismo paño en re mayor y que refleja el estado de ánimo e incluso algunos de los materiales temáticos de la sinfonía.

Cuando Brahms le envió a Clara Schumann el primer movimiento de su nueva sinfonía, ella predijo que a esta obra le iría mejor con el público que la ruda y tormentosa primera. Y tuvo razón. La primera interpretación, el 30 de diciembre de 1877 en Viena, bajo la dirección de Hans Richter, tuvo tanto éxito que tuvieron que repetir el tercer movimiento. Cuando Brahms dirigió la segunda interpretación, en Leipzig, a principios del año siguiente, el público nuevamente se mostró entusiasmado. Pero el verdadero momento de gloria le llegó a Brahms a fines del verano de 1878, cuando su nueva sinfonía tuvo un gran éxito en su natal Hamburgo, donde en dos ocasiones no había podido obtener un codiciado puesto musical. Empero, habrían de pasar más de diez años para que Brahms fuera Ciudadano Honorario de Hamburgo, el mayor reconocimiento de la ciudad. Pero Brahms fue ambivalente sobre su ciudad natal el resto de su vida. Entre tanto, la sinfonía en re mayor encontró audiencias receptivas donde quiera que fue interpretada.

Desde las notas iniciales en Allegro non troppo, con el bucólico llamado de los cornos y los acordes de los instrumentos de viento de madera, nos preparamos para la brillante luz solar y los cielos despejados prometidos por Billroth. Y con las elevadas frases de los primeros violines, frente a nosotros se va desarrollando la gran escena pastoral de Brahms. Aunque en otra de sus cartas al compositor Billroth insinúa que “un estado de ánimo feliz y alegre permea toda la obra”, Brahms sabe que aun el día más soleado contiene momentos de oscuridad y duda; momentos en los que la serenidad pastoral amenaza con volverse trágica. Es esa tensión, o incluso drama, subyacente lo que le da a esta sinfonía su carácter tan notable. Hay algunos detalles que destacan: dos pasajes particularmente tonificantes de los tres trombones en la sección de desarrollo, y más adelante, justo antes de la coda, un vacilante llamado del corno que emerge sereno y mágico. A esto le sigue, como si fuera lo más lógico del mundo, un jubiloso trozo de vals de salón de baile, antes de que la música vacile y muera.

Eduard Hanslick, uno de los defensores de Brahms, consideró al adagio “más llamativo para el desarrollo de los temas que para el valor de los temas mismos”. Hanslick no fue el primer crítico que se equivocó, pues este movimiento tiene muy poco que ver con el desarrollo tal y como lo conocemos, aunque es raro que él se equivocara tanto tratándose de música de Brahms. Hanslick sí notó que el tercer movimiento tiene el carácter relajado de una serenata. Es, con toda su gracia y encanto inicial, una serenata de cierta complejidad, con dos juguetones pasajes presto (que disimulan hábilmente el tema principal) y una riqueza de acentos cambiantes.

El final es jubiloso y electrizante. Las nubes parecen desaparecer después de las tenues notas de apertura, y la música avanza resplandeciente, casi desenfrenada, hasta el mero final. Con su preocupación por estar a la altura de Beethoven, Brahms rara vez mencionó su admiración por Haydn y su inefable optimismo, pero él es a quien Brahms más se parece en este caso. Claro, también está el rugido orquestal de triunfo que siempre alude a Beethoven. Pero muchos momentos son Brahms puro, como el eufórico solo de clarinete que surge en medio del bullicio apenas minutos después de iniciado el movimiento, o el tema cálido y enérgico de las cuerdas que sigue inmediatamente después. La extraordinaria brillantez de las notas finales, con un estallido tan desbocado como cualquiera de Brahms, no pasó desapercibida por su gran admirador Antonín Dvořák cuando compuso su Obertura Carnaval.

Phillip Huscher ha sido el comentarista de los programas de la Orquesta Sinfónica de Chicago desde 1987.